Indudablemente,
esta forma de aprender, a través de la toma consciente de decisiones, facilita
el aprendizaje significativo (Ausbel, 1963), pues promueve que los alumnos
establezcan relaciones significativas entre lo que ya saben (sus propios
conocimientos) y la nueva información (los objetivos y características de la
tarea que deben realizar), decidiendo de forma menos leatoria cuáles son los
procedimientos más adecuados para realizar dicha actividad. De este modo, el
alumno no sólo aprende cómo utilizar determinados procedimientos, sino cuándo y
por qué utilizarlos y en qué medida favorecen el proceso de resolución de la
tarea […]
Podemos
definir las estrategias de
aprendizaje como procesos de toma de decisiones (conscientes e
intencionales) en los cuales el alumno elige y recupera, de manera coordinada,
los conocimientos que necesita para complementar una determinada demanda o
propósito, dependiendo de las características de la situación educativa en que
se produce la acción.
[…]
Un estudiante emplea una estrategia
de aprendizaje cuando es capaz de ajustar su comportamiento (lo que
piensa y hace) a las exigencias de una actividad o tarea, encomendadas por el
profesor y las circunstancias y vicisitudes en que se produce esa demanda.
Una
estrategia se compone de técnicas que se combinan de forma deliberada para
alcanzar un determinado propósito de aprendizaje. Tanto los elementos
componentes como su uso técnico o estratégico deben entrenarse si queremos que
los aprendices sean entrenadores de sí mismos. POZO, Municio Ignacio. Aprendices
y maestros. La nueva cultura del aprendizaje. Psicología y educación.
Madrid: Alianza Editorial, 2003, pp. 299 y 313.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario